jueves, 11 de abril de 2013

El gusto de hacerlo tú mismo...

...o mejor que lo haga su p. madre


Sandra Bulos
Hace no mucho me encontré con que mi inquilino del centro de Madrid se iba. Y el muy simpático se fue de España y decidió que yo era el señor de la mudanza y que tendría que encargarme de tirar/dar/reciclar todas sus pertenencias. Desde los trastos más absurdos (tupper, ropa, ordenadores desfasados...) hasta su espuma 'Rizos perfectos' de L'Oreal.

La verdad es que esto me mosqueó un poco. Pero me cabreó mucho más encontrarme el piso bastante deteriorado. Tuve que llamar al Ayuntamiento para que se llevara el sofá que había (y arreglármelas para bajarlo por las escaleras), montar yo uno de Ikea (con lo que me gusta a mí ir a Ikea...), ingeniármelas para hacer una mesa de centro y arreglar, sin cambiar, una bañera en la que parecía que alguien había bailado claqué.



Lo admito. El sofá
de antes era cutre, cutre
Al ser una desempleada más de este país sin indemnización por despido, y encima con piso sin inquilino, decidí arreglarlo todo al mínimo coste, así que pedí al señor que me pintó el piso que me trajera un palet de una obra en la que estaba trabajando. Lo primero que hice fue lijarlo bien a mano y darle varias capas de barniz con cuidado de no manchar el terrazo del suelo. La verdad es que la preparación es un poco coñazo, pero cuando empiezas está bastante bien. Es como dar cera en Karate Kid. Relaja.


Después encargué en el barrio un cristal a medida del palet y fui a recogerlo. Pero no podía con él. Menos mal que un chico que estaba paseando a su perro me preguntó si necesitaba ayuda. Pensaba que le iba a decir que no, pero le dije que sí. Y sudó la gota gorda durante tres calles en las que nos mirábamos a través del cristal sin saber qué decir. Fue muy romántico. Me dijo que por favor soltara el cristal, que prefería llevarlo solo, y me pidió que me encargara de su perro. Al llegar a la puerta de mi casa, el can defecó. Y allí nos despedimos.


Una vez conseguido el cristal, me dediqué a gorronear a mis amigas Miraver y Olivia Niuton Yon revistas. Por suerte esta última tenía bastantes en su trabajo y me dio unas cuantas chinas, alemanas, nórdicas... Y a éstas añadí algunas españolas de decoración y moda de Miraver. Estas chicas siempre están a la última, y no son tan cutres como yo que me lanzo a por la versión pocket.

Compré una rafia como la de las antiguas cuerdas de tender la ropa y envolví con ellas las revistas para que no se movieran cuando colocara encima el cristal. Puse unas lágrimas de las que se compran en los chinos para que no se desplazara y las ordené como creía que quedaban mejor. Aquí se me presentó el problema de las ruedas. Quería cuatro ruedas con frenos, pero no tenía ni idea de cómo ponerlas, así que llamé al señor de la tienda de abajo, el mismo que me arregló la cocina, y me puso unas antiguas que él tenía en un pispás. En el fondo, el Do It Yourself es un poco coñazo, no lo voy a negar.

El sofá nuevo mola más.


Y así quedó mi preciosa mesa-palet, copiada de la que tiene en Plasencia mi prima María:

¡Me lo tenía que haber quedado yo!


Más tarde me puse manos a la obra con la bañera. Mirad cómo me la encontré:

Muy heavy, ¿verdad? Pues me fui al Leroy Merlín y vi que había un kit para lacar bañeras. Y me puse manos a la obra. Primero tuve que lijar bien la bañera para que la superficie fuera rugosa y la base se fijara bien. Coloqué cinta aislante a los lados y en el tapón-grifos, etc... Y después empezó el colocón. 

Debe de ser algo muy tóxico, porque cada poco tenía que salir del baño a respirar. El caso es que queda bastante bien. Espero que dure, esto no lo tengo tan claro porque es como una película que, si se engancha con algo, tiras y te la llevas. Pero mirad qué bien queda:





Por último llegamos al cabecero de la cama. Hacía tiempo que le daba vueltas a poner uno para evitar roces en las paredes, pero no se me ocurría cómo hacerlo sin que ocupara demasiado en el dormitorio, que es muy pequeño. Y me acordé de que tenía una manta muy chula que me traje de Chiapas en el único viaje que he hecho de mochilera. 



Viva el reciclaje

Total, que aproveché el cartón que envolvía el sofá de Ikea, unas tablas sueltas de la cama que pegué al cartón para que se mantuviera tieso, y como no quería agujerear la tela de Chiapas la adherí con cinta aislante:




Sí, lo más probable es que a mis inquilinos ya se les haya soltado, pero se puede volver a pegar, ¿no? Y ya está. Mirad qué bonito cabecero:


No vale fijarse en la cama sin hacer, ni nada de eso.
Conclusión, todo muy bonito, muy satisfactorio, pero antes de la crisis yo compraba todo esto y me quitaba un curro que no veas. ¡Feliz semana!


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